Rimas de la estancia en Benasque
por: Ángel Marín
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Este año salieron de Valencia
veintitrés veteranos montañeros
que, ante todo, se sienten compañeros
y con ganas de una gran experiencia.
Sale el grupo. Lleva tres furgonetas,
bien cargadas, con todas provisiones
-como moros que van de vacaciones-
desde vino, tiritas o galletas.
Hemos vuelto de nuevo al Pirineo.
(¡Hay que ver el Simón que bien lo apaña
al traernos de nuevo a estas montañas
como inicio de un feliz veraneo!)
¡Benasque: nos ha encantado tu valle!
Tus montañas y sus verdes praderas;
con la nieve, que cubre las laderas
de tus picos mas altos: ¡un detalle!
Tus arroyos, tus ríos y cascadas,
que descienden cantando hacia los valles
marcarán unos días como calles
los senderos de estas cortas jornadas.
El primer paseo: fácil… ¡y una caña!:
¡Sólo hay que subir a la Renclusa!
(La meta que Simón puso de escusa
para dormir el grupo en la montaña).
¡Que experiencia -dormir en un refugio-
nos deparó Simón aquella noche!
El cachondeo y risas fueron broche
y no, como alguien piense, un subterfugio.
Nos levantamos temprano
dispuestos a escalar montes.
No son Alpes, no hay remontes,
pero estamos todos sanos.
El destino era el Paderna,
y hacia allá nos dirigimos,
mas pronto nos sumergimos
en la niebla, en la caverna.
Comienza a caer la lluvia,
centellas, rayos y truenos;
no hay capas, ni chuvasqueros
nada que nos fuera bueno.
Ante la boca del lobo
-ya todos acojonados-
el guía dice: ¡volvemos!
y todos nos alegramos.
A la Renclusa volvemos,
contentos, pero mojados;
y como el sol ya ha salido
hasta vamos relajados.
Cargaditos como burros
a Aiguallut vamos ahora
con todos nuestros enseres
y llenas las cantimploras.
Mientras bajamos al valle
y el sol nos seca las botas,
¡mira por donde encontramos
unas rechonchas marmotas!
Entre montes bien floridos,
hasta de orquídeas y lirios,
llegamos a verdes prados
a descansar: ¡un delirio!
No pareció tan bonito
al amigo Nicolás,
que bajando se dio un golpe
y dijo: ¡no quiero más!
Divisamos el Aneto
desde el fondo de aquel valle
y todos nos retratamos
como recuerdo y detalle.
Siguiendo el curso del río
hasta el Foau llegaremos:
y al ver que desaparece…
nosotros almorzaremos.
Simón propone ir andando,
pues muchos ya están repuestos;
quine con él se bajaron
y el bus cargó con el resto.
Los del bus al llegar pronto
se tumbaron al sol todos,
asaltaron las neveras
y empinaron bien los codos.
Tras asearnos nos fuimos
de visita cultural
y a tomar cerveza fresca
que es parte del ritual.
El hostal… ¡de maravilla!,
sobre todo el restaurant,
pues nos dieron cada cena
que no se puede olvidar.
El programa que hoy tenemos
ninguno lo olvidaremos;
se ha quedado en la retina
como una excursión de ensueño.
Por el camino de Estós,
entre bosques muy tupidos
y una flora muy variada,
hoy vamos entretenidos.
Las aguas bajan muy bravas,
saltando de roca en roca,
vestidas de blanca espuma
por la fuerza con que chocan.
En el chorro de una fuente
llenamos las cantimploras
de agua fresca y cristalina
que ha de durar varias horas.
Tras subir mas de cien veces
en zigzag y cuestas arriba,
llegó al fin a Batisielles
nuestra activa comitiva.
Rodeado hasta de orquídeas
el ibón es tan bonico
que sus aguas son espejo
donde se miran los picos.
Aguerridos senderistas
pasarán Escarpinosa,
llegarán a la cascada
(Podrían con cualquier cosa).
Pero el tiempo no perdona
y, aunque estemos admirados,
comienza a caer la lluvia;
pronto estaremos chopados.
Con bastante frío algunos;
todos mojaos y sudados,
hemos de reponer fuerzas
pues estamos desmayados.
Chorizo, jamón y queso,
regados con un buen vino
nos calentarán el cuerpo
para seguir el camino.
Es de vuelta y cuesta abajo
(ya no queremos al burro);
somos un tanto masocas
y nos agrada este curro.
(Aunque tenemos un “Curro”
que es la monda, va a su paso,
marcha por donde le rota
y ni al guía le hace caso)
Tras ducharnos en Benasque
y descansar un poquito
vamos de turismo a Ancies
pueblo antiguo y muy bonito.
Para acabar bien la tarde
nos sentamos en un bar
a tomar cerveza fresca
que nadie va a perdonar.
Nos ha salido buen día.
Ya estamos todos en forma,
dispuestos a hacer las cumbres
que el programa de hoy informa.
Cogemos las fragonetas
y cuesta arriba enfilamos,
dejando atrás a Cerler
por el que pronto pasamos.
Rondando ya dos mil metros,
en la zona del Ampríu,
cogemos agüita fresca
a la verita de un río.
Comienza la travesía
como el juego de la oca,
detrás de un pico otro pico
y luego otro, “porque toca”
Primero el pico Royero,
el Collado de Ardonés,
luego Pico Estiba Freda
y baja y sube otra vez.
Tanto subir y bajar,
a la gente va cansando;
como la tripa de Jorge,
el grupo se va estirando.
Menos mal que para todos
llegó la hora de almorzar,
beber, reponer las fuerzas
y podernos agrupar.
Joan el guía nos enseña
los valles, montes y cimas
frente a los montes malditos
y el Aneto por encima.
Estamos como embobados
ante esta naturaleza
que muestra por todas partes
su incomparable belleza.
“Vamos…(nos dice Simón)
que debemos de seguir
y el pico de Castañeda
lo tenemos que subir”
Y claro que lo subimos,
como un reguero de hormigas,
casi con la lengua fuera
tras sufrir muchas fatigas.
Comidos y recompuestos,
solo nos queda bajar;
cosa que parece a todos
“como coser y cantar”.
Hasta el Valle de Ardonés,
donde están están las furgonetas
bajamos tranquilamente
y… aquí acaba la historieta.
Al mirar por la ventana
esta imprevista mañana
nos llenamos de alegría:
¡El tiempo nos acompaña!
Con los termos de café
y dos botas de buen vino
nos sentimos bien dispuesto
salimos hoy del hostal
con ganas de hacer camino.
Hay un cierto nerviosismo
frente a un reto: hoy queremos
coronar el Salvaguarda
aunque algún “cague” tenemos.
Tanto es así que un “buen tipo”
aun antes de ver peligro
le dijo al que iba delante:
“lo siento pero yo emigro”
El viento hizo que a Simón
el GPS le volase;
y no lo habría encontrado
si Joan no lo rescatase.
A pesar del fuerte viento,
que es el peor enemigo,
el resto (que eran dieciocho)
se dijeron: “pues yo, sigo”.
Y siguieron hasta el Pico;
y… hasta se calmó el viento;
y el panorama que vieron
dejó a todos sin aliento.
Excelente mirador:
Francia y sus lagos a un lado;
al otro la Maladeta
y el Aneto muy nevado.
Tras descender al collado
y abrigadillos del viento
llegó la hora del almuerzo
y hasta del divertimento.
En este almuerzo de altura
no faltan café y licores
que con el viento y buen sol
sacó a todos los colores.
Algunos piden la bota
que hoy está más que escurrida
(Habrá que llevarse tres
En las próximas salidas).
Haciendo zig-zags bajamos
del puerto de la Picada
por senda y verdes praderas
con sus vacas “tan saladas”.
Los Llanos del Hospital
son final de la aventura
y un recuerdo muy feliz
que en nuestra memoria dura.
Ya estamos en plena forma,
porque ninguno “regruñe”;
lo que promete un buen día
por el valle de Remuñe.
Cruzamos hermosos bosques
pero e medida que subes
hacen acto de presencia
negras y temibles nubes.
Y por si faltara poco
de nuevo el viento aparece
que con nubarrones negros
boca del lobo parece.
Pero no nos amilana
su aspecto amenazador
y seguimos adelante
como el Cid Campeador.
Avanzamos por el valle,
rugiendo sus aguas bravas.
Nos miran sus altos picos
como si fuéramos cabras.
Y así es como conquistamos
de Remuñe sus ibones,
pues tenemos muy bien puestos…
en las botas los cordones.
De regreso sorteamos
una cascada imprevista
que intenta mojar a todos
aunque era hermosa a la vista.
Richard no se lo pensó,
la cruzó como un caballo
chapoteando las aguas
como en mar un rodaballo.
Mas, de pronto, sale el sol
cruzando un lindo paraje
y decidimos tomar
la pradera al abordaje.
Sacamos nuestros manjares
dispuestos a disfrutar;
y nuestras caras anuncian
preludio de un buen yantar.
Vuelan de nuevo las botas
hasta quedar agotadas;
caen el café y el orujo
de esta azarosa jornada.
Nos rodea un riachuelo,
el sol a nadie molesta;
es más, nos seca y calienta
e invita a dormir la siesta.
Llegando a las furgonetas
todos corren de cabeza
para conseguir al menos
alguna rubia cerveza.
Hoy es la ruta mas dura
pero salimos en taxi
cruzando por Vallivierna
hasta la Cabaña casi.
Comenzamos entre pinos,
más sin dejar de subir
hasta el ibonet Coronas
que nos sale a recibir.
Se enteró que pretendemos
subir hasta el Aragüells
y piensa: “Són valencians
i portarán saragüells”
Al llegar nos refundimos.
(Una hora y trescientos metros).
Tras fatigosa subida
hemos de tomar aliento.
Y sin dejar de subir
hasta el ibón, aún pequeño,
hemos de reponer fuerzas
(¡No morir en el empeño!)
El pico hacia el que subimos
parece que está cercano
pero cuanto más andamos
se nos hace más lejano.
Aparecen los “pedroles”
que habremos de superar.
No son piedras, que son moles
que te impiden caminar.
“¿Qué tal vais?”, pregunta el guía.
La callada es la respuesta.
Aunque parece un calvario
Hemos de subir la cuesta.
Trepamos como podemos.
No somos escaladores
pero tenemos un reto.
¡Cumpliremos, por bemoles!
Por fin, tras muchos esfuerzos,
coronaremos la cumbre:
¡Hemos llegado a la meta!
(Se acabó la pesadumbre)
¡Que alegría, que jolgorio,
arriba de la montaña!
¡Han llegado los dieciocho!
(Las doce de la mañana).
Todos nos felicitamos.
¡Tres mil metros superados!
(Y eso que la mayoría
estamos ya jubilados…)
Hora es ya de disfrutar
de tan fantásticas vistas:
La Maladeta, el Aneto:
nieve, hielo y sus aristas.
El Coronas y el Cregüeña
están bajo nuestros pies
¡Dios nos libre en la bajada
de que demos un traspiés!
Iniciamos la bajada
en fila, detrás del guía,
para que nadie se atrase
o se pierda en este día.
Mira por dónde “un Vicente”
tuvo el pobre que pararse;
se quedó tras de una roca,
pues tenía que aliviarse.
Cuando levantó la vista
y no vio a nadie del grupo,
tomó “las de Villadiego”
por dónde él mejor supo.
Le llamamos un buen rato,
creyéndolo aún cercano,
pero apareció allá lejos
agitando bien las manos.
El Gran Ibón de Coronas
será el mejor panorama
que eligió para comer
Simón en esta mañana.
Sin tiempo de descansar
hasta el Ibonet bajamos;
mas. como nos sobra tiempo,
en la hierva nos tumbamos.
Mientras todos se relajan,
cansados pero contentos,
un servidor se retira
como en los mejores cuentos.
Aquí acaban estos versos,
con colorín, colorado,
caminito de Benasque.
Espero que hayan gustado.
Ángel Marín
Publicada el 25/10/2011. Visitas 2380 . Espero que te gusten